Hoy es noche de cefalea y calor. Las estrellas brillan sobre
el telón oscuro que reina sobre nuestras cabezas. Me apetece drogarme, quiero tumbarme
sobre el capó de un coche mientras esnifo su lápiz de ojos; quiero meterme en
vena sus palabras y emborracharme de su sabor agridulce. Hoy es noche de drogas
depresoras y de reflexionar leyendo nuestras historias. Deberíais observar como
camina, cada paso sentido por sus tacones hace que el mundo sea un poco más
humilde; el vaivén de sus caderas ha logrado conmover a más de uno columpiando
nuestra esfera en perfecta armonía con el compás de sus pequeños pasos. Aquellas
piernas infinitas marcaron historia, me hicieron llegar al éxtasis más de una
vez y lograron distanciarme de todo lo negativo, hicieron que me olvidara de
que nada más existe… Bienvenidos a mi mundo, en el que está ella y después el
resto. Donde mi cabeza está subordinada a mi corazón y donde gobierna cualquier
parte de mí excepto yo. Yo quiero, necesito y no tengo. Lo que yo decido
siempre es puesto en duda por “algo”. Lo llamaré “algo” por llamarlo de algún
modo. Jamás viví algo igual: tan estúpido, tan romántico, tan patético, tan emocionante,
tan peligroso, tan seguro, tan seco, tan tierno, tan… Tan… Tan ella. Esto el súmmum
apocalíptico de aquel objetivo que nos marcamos sin firmar ningún contrato y
que cumplimos a medias, como todo. Hay cosas que nunca lograré entender y hay
tantas otras que logré entender del todo que… No sé, quizás es culpa mía y de
nadie más, o de ambos, tal vez nadie tiene la culpa y esto es el destino, ¿Sabéis?,
fue nuestro secreto a voces, y nuestras voces solo hablan cuando parece que el
puto mundo se va a acabar. Todo porque yo no puedo vivir sin ti y tú no puedes
vivir sin mí. ¿Utopía o realidad? Tal vez nos engañemos a nosotros mismos,
incluso puede que sea costumbre. No sé… Estoy cansado de cigarros a medio fumar
y de papeles que nunca terminan de quemarse. Espera, eso es lo que pasa… Todavía
esta la chispa pero no quieres darle gas. A lo mejor no te has dado cuenta pero
ni el extintor sirve para apagar esto, es más, tanto ardimos que terminamos
quemando todo lo de alrededor y resultamos chamuscados, tan quemados que el
viento nos susurró que lo apagáramos porque íbamos a quemar la ciudad. Permíteme
la libertad de la duda, mas no creo que te dé lo que yo. Ni si quiera está a tu
altura. Estar sin sentir es como comer sin hambre o como reír sin ganas, como
saltar desde un trampolín a un colchón: siempre sales rebotado; por eso sé que
querrás volver. Ahora permíteme la libertad de la verdad, no estaré para
entonces.
Tenías razón: ni yo soy tuyo ni tú eres mía, pero los dos
somos nuestros.
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