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lunes, 26 de marzo de 2012

Dime que te quedas.

Mañanas a oscuras que inspiran a secuestrarte, noches ahumadas que huelen a nostalgia, atardeceres claroscuros que invitan a tu recuerdo y amaneceres en los que dejamos colgada a la Luna. Ahora los colgados somos nosotros, la cuerda que tensábamos no se rompió sino que tomó vida propia y logró ahorcarnos; en un extremo nosotros, el otro estaba aferrado a las alturas. Allí donde pocas veces supimos llegar. Resulta irónico que incluso cuando se trata de algo así lo hagamos juntos…
¿Nos rifamos la culpa o nos peleamos por echárnosla? O quizás sea mejor colocarnos con el humo de un hierbas, unas risas de las nuestras, una mirada discreta y pícara, un abrazo que me asfixie y un beso que te desnude. Sí, creo que sería mejor opción.
A veces la mejor opción es la que no ves, incluso la que no es mejor, solo hay que plantear la rentabilidad de la elección. Lo mío no son lo problemas, ¿sabéis? Soy más de teoría, me encanta aprender pero no me gusta estudiar; aunque cuando se trataba de su cuerpo… Bueno, eso jamás fue un problema. Mirar al futuro viviendo el presente y sonriendo por el pasado, eso sí que es un problema. Si queréis un resumen de mi presente, pasado y cercano futuro solo diré: ELLA.
Estoy aparcado frente al mirador y vigilando la ciudad, por si queda algún resquicio que salvar de nosotros. Pues bien, mis Air Force están embarradas en el salpicadero y mi mano por la ventana sujetando lo que hacía unos minutos era un cigarro del que ahora solo quedan las letras, como en el banco que firmamos. De fondo se oye a Crema dando lecciones de vida y a mi conciencia que chilla pidiendo el rescate.


"Al mundo se la suda que estés triste"

lunes, 19 de marzo de 2012

No hay miedo ya, ya no hay miedo.

De esos días en los que te levantas porque tienes que hacerlo, pero te quedarías todo el día tirado en la cama aislado; de esos en los que te levantas, miras por la ventana, ves el sol esplendoroso y el cielo despejado y preferirías haberte quedado en la oscuridad del fondo de tus sábanas que, al fin y al cabo, son las únicas que te arropan. Es triste quejarse de vida sin tener problema alguno, es desesperante observar como se va desvaneciendo y estar viéndolo desde primera fila sin poder hacer nada, pero haciéndolo todo. 
Puede que nada vuelva a ser lo que era, pero… ¿Y si quiero más?, ¿Qué pasa si quiero que sea todavía mejor que antes? Supongo que da igual, porque la impotencia de intentar y no conseguir se está empezando a apoderar de mí y quizás cuando todo empiece a volver a la normalidad sea demasiado tarde.