Por suerte o por desgracia la muerte también forma parte de
la vida y yo muero al menos una vez al mes.
He cogido miedo al papel y al humo que se condensa cuando le
susurro ecos que deslizan entre margen y margen. Será por eso de que miro al
mismo espejo donde una tarde vi crecer anémonas derritiéndose, aunque prefiero
pensar que me lo imaginé.
Ya estaban allí cuando llegué. No quedaron cuando me fui.
A veces recoger flores no es tan fácil; y olvidar todos y
cada uno de los pétalos se hace eterno.
Si ves que me hundo déjame solo.
El último que apague la luz o que traiga de vuelta mi pupitre.