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domingo, 22 de abril de 2012

Tan solo escúpelo y deja que sangre.

Basta con un número para que me desangre. Cataratas de inseguridad caen por el abismo golpeando el agua y creando espuma, espuma que sube hasta la conciencia y que salpica tus decisiones, ablandándolas.
No sé si serán las burbujas que se me han subido o es la pompa de jabón en la que estaba metido que ha estallado. No sé si eres tú o soy yo; no sé si es la primavera y el polen o mi cama, que está desecha y ya no te espera.
El humo de mi último cigarro por las nubes y yo tumbado en el camino mirando la noche, sacudiendo mis manos y esperando que te cruces. Cruces… Cuántas me habrás puesto ya? Marcaste con una mi casilla pero se te olvido leer la letra pequeña. No quiero pensar que tienes, ni que no tienen otras, ni por qué a nosotros y a los demás no.
Mi impotencia y tu potencia. Un laberinto maquiavélico de paredes enladrilladas e inmensas del que nunca salimos, incluso cuando pudimos hacerlo no lo hicimos. A veces pienso que nunca tuvo salida, o quizás había demasiadas y optamos por la opción difícil; aunque todo esto es relativo. De todos modos, para relativos ya estamos nosotros.
Tengo ganas de escribir más, podría escribir un libro entero con mis gilipolleces; bueno, con mis tus… En fin, mejor poner un punto y ya veremos si se queda solo o le acompaña una coma.

"Tuvo que ser la lluvia..."

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