Entonces me pregunté por qué
en su cama y no en la mía. Por qué a estas alturas yo estoy tan abajo y él tan
arriba. Por qué te engañas y por qué le engañas. Por qué todo lo que no querías
de mí lo tiene él. Por qué yo no pude ser yo mismo contigo y por qué tú no
fuiste así conmigo. Por qué me hago el tonto y por qué tú eres tan lista. Por
qué paso página pero el viento las hace retroceder. Por qué no me lo dices… Por
qué busco por qués si esto está ya roto. Por qué no se acaba ya. Por qué sufro
si da igual… Busco una cama con quién hacerme mártir, donde me arrope ella y no
las sábanas. Todo llega, todo pasa… Nada es para tanto. Mejor no buscarlo. Peor
encontrarlo. Los pies en el suelo, la cabeza sobre los hombros y las manos
vacías… Pero limpias. Sin sentido a primera vista pero todo tiene lógica. Que
seré un gilipollas pero la verdad es que aprendí a quererme porque sino nadie
lo hacía. Todo lo que esconden mis letras son suicidios, porque prefiero
suicidarme en textos que volver a estamparme contra el muro y no llegar a
desangrarme nunca. Y esperar que me cure. Y ver que no llega. Y sentir que me
hundo. Y acabar en la cuneta. Dolor. Placer. Esquizofrenia entre cuatro
paredes. La liebre y la tortuga. Soy yo el que está verde y va despacio y tú
quién ataja pensando que se te olvidará por dónde fuiste hasta llegar allí. Para
cuando no te sepas encontrar yo ya estaré en la meta y ahí ya no habrá vuelta
de tortilla. No te aludas por si te equivocas, que a partir de ahora seré yo
quién no enseñe las cartas.
“Y mi vida al mar…”
No hay comentarios:
Publicar un comentario