Últimamente tengo el corazón como una piedra, pienso con el pecho y amo con la cabeza.
Quién entrara en tu cabeza, enseñarte a ganar y que perder te diera pereza. Hacerte la guerra y después firmar la paz entre la lavadora y la encimera con tus gemidos como banda sonora, repitiéndonos como las horas en un reloj de cuerda.
Ser yo la lluvia y ser tú mi tierra; ser tú la hierba y yo una puta regadera.
Para ti, aquí y ahora, mi prosa con déficit de atención de tu mirada rota.
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